Agroquímicos vs. agricultura orgánica

[et_pb_section bb_built=»1″][et_pb_row][et_pb_column type=»4_4″][et_pb_text _builder_version=»3.8″]

Interesante artículo que nos hace un repaso de la evolución de los métodos de lucha contra las plagas, principalmente en los cultivos del café y del tabaco, en el camino hacia una agricultura más sostenible basada en métodos biológicos.

A inicios de los años 70 se inicia en el Quindío un cambio en la agricultura, especialmente en el cultivo del café y de tabaco. El grano se cultivaba hasta entonces de manera tradicional, caracterizado por variedades de porte alto, bajas densidades y productividad, con sombrío de especies arbóreas, con siembras de plátano sin trazo definido y otros cultivos, y bajo uso de fertilizantes y de agroquímicos.

Con la llegada de la variedad caturra se empieza el cambio a lo que se conoce actualmente como cultivos convencionales, de variedades de porte bajo, trazos definidos, mayor productividad, uso de fertilizantes de síntesis química y plaguicidas, que se incrementó con la aparición o llegada de nuevas plagas.

Llegada de los plaguicidas

El uso de plaguicidas se hizo común con la aparición de los insecticidas organoclorados, en los primeros años de la década de los cuarenta. La eficacia de muchos de ellos fue innegable, lo que llevó a considerarlos como el núcleo para el control de plagas.

Esta situación ha generado, una serie de problemas tales como la aparición cada vez más frecuente de seres vivos invasores resistentes a los insecticidas, la destrucción de los enemigos naturales de las plagas, la reducción de la diversidad y densidad de población de las especies de fauna y flora silvestres, un desequilibrio ecológico y una alta contaminación ambiental.

Trabajo gubernamental

En respuesta a esta situación aparecen muchas entidades promoviendo el uso racional de plaguicidas a través del Manejo Integrado de Plagas, MIP, un sistema orientado ecológicamente, que incluye todos los métodos o técnicas disponibles combinadas armónicamente con el fin de reducir las poblaciones de seres vivos patógenos por debajo del nivel de daño económico o para evitar que las infestaciones alcancen ese estándar.

El MIP se basa en tres principios básicos: prevención, observación y monitoreo e intervención. Teniendo como referencia dicho método, la gobernación del Quindío, desde la secretaría de Agricultura, Desarrollo Rural y Medio Ambiente ha trabajado en asesorar, capacitar y acompañar al productor con principios de producción limpia y sostenible, que busca el uso mínimo y racional de productos químicos para el control de plagas, así lo señaló Carlos Alberto Soto Rave, titular de este despacho.

Es así como junto a otras entidades y gremios realizó el seminario sobre agricultura orgánica con conferencias enfocadas en la importancia de potenciar este tipo de agricultura que está ligada al desarrollo sostenible, la seguridad alimentaria y la conservación del medio ambiente, aspectos incluidos en el programa Quindío territorio vital.

La realización del seminario sobre la importancia de las abejas en la producción agrícola, dando a conocer el potencial de estos animales para el sector agrícola, al igual que los factores protectores que desde la agricultura se debe implementar para salvaguardar a los polinizadores, y así mitigar los riesgos que amenazan la existencia de estos insectos vitales en la cadena productiva de la región.

De igual forma, puntualizó el secretario que se ha realizado constantemente un acompañamiento a los agricultores para encaminarlos en el manejo adecuado de los químicos y los cultivos sostenibles.

Tecnificación agroquímica

El doctor en filosofía de las ciencias y de las técnicas de la universidad de la Sorbona París, Jorge Eliécer Molina Zapata, quien realizó una tesis titulada ‘Los agroquímicos en el Quindío: análisis axiológico de un caso de tecnociencia’, dio a conocer algunos de los resultados de su trabajo, enmarcados en tres aspectos: sanitario, ecológico y político y socioeconómico.

La hipótesis del trabajo sugiere que la tecnificación agroquímica implantada inicialmente en la caficultura es factor de crisis de la misma que implica los tres aspectos señalados. “Cuando se cambiaron las variedades del café en Colombia del arábica typica y arábica bourbon a la imposición institucional de una sola variedad, esta transformación técnica exigió condiciones agronómicas de monocultivo que han llevado progresivamente a la crisis.

Hoy en día, si la producción de café disminuye o baja el precio internacional del mismo, no hay otras alternativas de productos que, bajo otras modalidades técnicas de cultivo diferentes al costoso uso de agroquímicos, ayuden a los caficultores a solventar el problema”, explicó el experto.

Añadió que esto se debe a que el monocultivo exige el uso intensivo de agroquímicos de síntesis, lo que ha llevado a una espiral de degradación creciente de los agroecosistemas que cada vez requieren mayor cantidad de estos agrotóxicos para mantenerse productivos.

Molina Zapata señaló que los monocultivos han provocado que ríos y quebradas se sequen, “ya tenemos problemas en verano, algo que no se veía hace unos años”.

En el mismo contexto de afectación de los agroquímicos de síntesis al medio ambiente en el departamento, el grupo de investigación ‘Plaguicidas y salud’, del cual hace parte el doctor Molina, viene desarrollando investigaciones en las que se ha detectado la residualidad de pesticidas orgánicos de síntesis en algunos ríos. Se trata de pesticidas que han sido prohibidos a nivel internacional, lo que sugiere que son contaminantes orgánicos altamente tóxicos “y en la región no se está haciendo seguimiento de este asunto”, apuntó.

Envenenamiento progresivo

“Productos como el tomate, piña, plátano y aguacate hass, son algunos ejemplos de los alimentos que están siendo cultivados con agroquímicos de síntesis en el Quindío”, señaló el experto, aclarando que esto se debe a que han sido tratados intensivamente con insecticidas, fungicidas y herbicidas, “de modo que nos estamos envenenando progresivamente. Sin ánimo de ser alarmistas, estamos al borde de una catástrofe sanitaria”, inquirió.

“En la región se están usando masivamente pesticidas mutagénicos y cancerígenos, que están transformando nuestra información genética. Puede que ahora no suframos las consecuencias, pero estas pueden aparecer en generaciones futuras”, concluyó.

Uso de agroquímicos

Respecto al uso de agroquímicos, el director ejecutivo del Comité de Cafeteros del Quindío, José Martín Vásquez Arenas, explicó que en los casos en los cuales es necesario el uso de estos para el manejo de una determinada plaga, la recomendación está basada en una evaluación previa del nivel de infección/infestación.
“Siempre se recomienda un plaguicida de la más baja toxicidad y que haya sido evaluado por Cenicafé, bajo diferentes aspectos ambientales y económicos”, aclaró.
Argumentó que se recomiendan las dosis del producto requeridas y las calibraciones de los equipos de aplicación. De igual forma el uso del equipo de protección en todas las instancias de la aplicación.

El directivo sostuvo que esta práctica se ve reducida cuando los aspectos agronómicos claves del cultivo son atendidos oportunamente. “El pilar fundamental es el uso de variedades resistentes como Castillo o Tabi, semilla certificada de café que hoy distribuyen los comités de cafeteros a los productores”.

Respecto a las campañas sobre las buenas prácticas, el directivo expuso que con los productores se está llevando a cabo una campaña para concienciarlos acerca del uso adecuado de plaguicidas. “Por lo tanto, existen estrategias diseñadas por la Federación Nacional de Cafeteros, que protegen adecuadamente el suelo y reducen el uso de agroquímicos”.

Acompañamiento a cafeteros

Un sector fuertemente señalado por el uso de agroquímicos, es el cafetero. José Martín Vásquez Arenas, director ejecutivo del comité en el Quindío, explicó que desde allí se realiza acompañamiento permanente al gremio del departamento con el fin de que adopte las mejores prácticas de cultivo.

[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]