Francisco_Beitia
Ceratitis capitata (Wiedemann) es un díptero de la familia Tephritidae, el grupo de insectos conocido vulgarmente como “moscas de las frutas”. Se trata de un insecto que constituye una plaga de enorme importancia, a escala mundial, en el cultivo de numerosas especies frutales.
En España en general, y en la Comunidad Valenciana en particular, representa una plaga clave del cultivo de los cítricos (Beitia et al, 2003). Los adultos se alimentan del fruto, pero especialmente grave es el daño que implica la puesta de huevos en dichos frutos, de los cuales emergen las larvas que se desarrollan en su interior y lo hacen inviable para la comercialización; además, el ataque de la mosca facilita el desarrollo en los frutos de numerosos organismos patógenos y su maduración precoz, lo que conlleva también caída del árbol y, finalmente, la pudrición.
En la actualidad, en España, en el ámbito del control de plagas agrícolas, se está implantando la denominada Gestión Integrada de Plagas (GIP), que viene definida por un Real Decreto (el 1311/2012 de 14 de Septiembre) aparecido en el Boletín Oficial del Estado (BOE de 15 de Septiembre de 2012). Principalmente, en esta GIP se hace referencia al empleo de “medidas de intervención que estén ecológica y económicamente justificadas y que reduzcan o minimicen los riesgos para la salud humana y el medio ambiente”, todo ello con la finalidad de obtener “cultivos sanos con la mínima alteración posible de los agroecosistemas, promocionando los mecanismos naturales de control de plagas”. Y a este respecto debe señalarse además que una directiva del Parlamento Europeo propone la obligatoriedad de los principios generales de la GIP, para todos los productores europeos, a partir del 1 de Enero de 2014.
En la Comunidad Valenciana, en el marco de esta GIP en cítricos, se ha apostado por la implantación de la Técnica del Insecto Estéril (TIE) como sistema básico para la reducción de poblaciones de la mosca (Primo-Millo et al, 2003), y a tal efecto, la Generalitat Valenciana construyó la biofábrica para la producción de machos estériles que, ubicada en el municipio de Caudete de las Fuentes y gestionada por la empresa pública Tragsa, produce y libera estos insectos en casi toda la zona citrícola de la Comunidad Valenciana. No obstante, para un buen y eficaz control poblacional de C. capitata se hace necesario el empleo de otros medios de control que complementen a la TIE y uno de ellos podría ser el control biológico (Sabater-Muñoz et al, 2012).
El control biológico de plagas es un sistema que sintoniza plenamente con las líneas directrices de la GIP de cualquier cultivo agrícola. Consiste en la utilización de los denominados “enemigos naturales” de las plagas, entre los que encontramos tres tipos de “agentes de control”: entomopatógenos, depredadores y parasitoides.
Estudio e implantación de métodos de control biológico de C. capitata.
Entre esos métodos complementarios al uso de la TIE en el control de C. capitata, en la Comunidad Valenciana se ha trabajado en el desarrollo de la aplicación de enemigos naturales para el control biológico de esta plaga, con los tres tipos de agentes posibles: los entomopatógenos, los depredadores y los parasitoides. Vamos a realizar una rápida revisión de la situación actual de estos trabajos, centrándonos principalmente en el potencial empleo de himenópteros parasitoides, que es la línea de investigación que desarrollamos los autores de este trabajo.
- Entomopatógenos.
El Centro de Ecología Química Agrícola (CEQA) del Instituto Agroforestal Mediterráneo (Universidad Politécnica de Valencia) ha trabajado durante varios años sobre la potencialidad del hongo Metarhizium anisopliae (Navarro-Llopis et al, 2012). Tras la selección de una cepa altamente patogénica del hongo, se desarrolló el método de su inoculación en las poblaciones de mosca en campo; se puso a punto un método de autodiseminación, consistente en atraer a las moscas hacia un dispositivo de inoculación donde éstas se contaminan con los conidios infectivos del hongo y, posteriormente, favorecen la diseminación del patógeno. Tras un ensayo preliminar que evidenció la eficacia potencial de este sistema, entre los años 2003 y 2005 se evaluó su potencial real, en un ensayo desarrollado en una parcela de cítricos de 40ha, localizada en el término municipal de Casella (Valencia). El dispositivo de atracción y contaminación usado constó de una placa con el hongo, más tripack y trimedlure como atrayentes. En su conjunto, el ensayo mostró que utilizando 24 dispositivos/ha se obtuvo un eficaz control de la población de mosca, lo que evidenció la efectividad de este sistema, aunque queda aún pendiente la optimización del mismo que lo convierta en una estrategia de control económicamente rentable, para incluir en el sistema global de la GIP en cítricos.
Otro agente entomopatógeno, Bacillus thuringiensis, ha sido estudiado por parte del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) (Vidal-Quist et al, 2009). Se analizó la mortalidad inducida por diferentes cepas de la bacteria en bioensayos con adultos de la mosca; en total, 376 cepas de una colección IVIA y 847 cepas de una colección de la Universidad de Valencia. Los resultados, con un máximo de 30% de mortalidad generada por alguna de las cepas estudiadas, no parecieron presagiar una utilidad práctica de la bacteria, pero no obstante, es un agente de control cuya posible implementación para el control de la plaga aún no se ha descartado totalmente (Vidal-Quist et al, 2010).
- Depredadores.
Poco se sabía sobre la presencia y actividad de especies de depredadores de organismos fitófagos presentes en el suelo de los campos de cítricos. El IVIA, junto con el Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Universidad Politécnica de Valencia, inició un estudio al respecto, efectuando una catalogación de estos depredadores presentes en parcelas de la Comunidad Valenciana (Urbaneja et al, 2006). Se encontraron e identificaron numerosas especies de arañas e insectos (dermápteros, coleópteros, …), que fueron posteriormente analizados en laboratorio, para determinar aquellas que eran depredadoras de la mosca. En este sentido se encontró que una araña (Pardosa cribata) y un coleóptero carábido (Pseudophonus rufipes) eran activos depredadores de C. capitata, tanto de larvas, como pupas y adultos, todos ellos estados de desarrollo de la mosca que se encuentran en el suelo de las parcelas, en algún momento del ciclo de desarrollo del insecto. Con la puesta a punto en el IVIA de un método molecular que permite detectar ADN de la mosca en el sistema digestivo del depredador, lo que asegura que dicho depredador se ha alimentado del díptero, se efectuó un ensayo en campo que permitió detectar una tasa de depredación del 5% en P. cribata y del 22% en P. rufipes (Monzó et al, 2011). Con estos resultados se piensa que un buen manejo de la cubierta vegetal en las parcelas de cítricos y un uso adecuado de los fitosanitarios, métodos utilizados en el llamado “control biológico por conservación”, se puede conseguir una buena presencia de poblaciones de depredadores en las parcelas, que pueden contribuir al control global de la plaga.
- Parasitoides.
La utilización de himenópteros parasitoides en el control biológico de Ceratitis capitata y otras especies de moscas de las frutas es bien conocida, a escala mundial (Sivinski, 1996). El empleo de este grupo de insectos para el control de poblaciones de moscas de las frutas ha dado buenos resultados en Australia y USA (en Hawai) y está siendo empleado actualmente en otros países como Argentina, Brasil, Costa Rica, México,…, casi siempre en relación con el empleo de la TIE: la producción masiva de mosca de la fruta sirve igualmente para la producción masiva de parasitoides.
En el año 2003, en el Departamento de Entomología del IVIA se inicio una línea de investigación para determinar la viabilidad de utilización de parasitoides contra poblaciones de C. capitata. Para ello se plantearon dos tipos de actuaciones: importación de parasitoides exóticos y búsqueda de especies indígenas (Beitia et al, 2007 y 2011). Desde entonces, el IVIA ha realizado la importación de 3 especies de himenópteros bracónidos: el parasitoide de huevos Fopius arisanus (Fig 1) y los parasitoides larvarios Diachasmimorpha longicaudata (Fig 2) y D. tryoni (Fig 3). Y se ha detectado e identificado tres especies indígenas o “naturalizadas”: los pteromálidos parasitoides pupales Pachycrepoideus vindemmiae (Fig 4) y Spalangia cameroni (Fig 5), y el figítido parasitoide larvario Aganaspis daci (Fig 6). La aplicación de métodos moleculares, basados en la técnica de PCR, ha permitido identificar todas estas especies de parasitoides, incluso antes de la emergencia de los adultos, cuando aún están en el interior del pupario de la mosca.
De las 3 especies importadas, tras ensayos preliminares que incluyeron su suelta experimental en campo, se descartaron F. arisanus y D. tryoni y sólo se mantiene actualmente una cría de laboratorio a D. longicaudata. De las 3 especies indígenas, se mantiene cría de todas, pero no se está trabajando con
- vindemmiae. Con S. cameroni se han efectuado numerosos ensayos de laboratorio, ya que su identificación constituyó la primera cita de su parasitismo sobre C. capitata, a escala mundial, y especialmente se está trabajando con A. daci, especie identificada con anterioridad en Grecia (en el ámbito de la Unión Europea) y que aún no está siendo utilizada como “agente de control biológico” de tefrítidos.
Actualmente estamos centrando nuestra atención y actividad con los dos parasitoides larvarios, D. longicaudata y A. daci. Se ha desarrollado toda una serie de ensayos de laboratorio, invernadero (semi-campo) y campo, que han permitido conocer las características biológicas básicas de estas especies y su actividad parasitaria sobre C. capitata. Los ensayos de campo nos están dando una idea de su dimensión real como agentes efectivos de control. Ambas especies son capaces de efectuar parasitismo a lo largo de todo el año, aunque se ven influidos por las condiciones climáticas más extremas en su desarrollo poblacional. Se ha comprobado que tienen una buena actividad parasitaria, a la que se une la mortalidad que también inducen en las larvas de mosca, lo que se podría traducir en una reducción de las poblaciones de campo.
No obstante, aún queda más trabajo por hacer, principalmente para poder determinar la tasa de liberaciones en campo, el uso independiente o conjunto de ambas especies y, especialmente, la estrategia de empleo, ya sea en control de “focos de plaga”, con sueltas inundativas, etc. Y todo ello siempre en relación con la viabilidad de su cría masiva, al amparo de la biofábrica de producción de machos estériles.