Reparten trampas de feromonas entre los vecinos para combatir la procesionaria

Trampas de feromonas

El municipio alicantino de San Vicente del Raspeig de Alicante es el primero que ha decidido pedir la colaboración de los vecinos para combatir la procesinaria que afecta a los pinos de la zona.

A través de la concejalía de Medio Ambiente, el ayuntamiento ha repartido entre los vecinos 300 trampas contra la plaga que afecta desde hace algunas semanas a zonas hasta ahora muy concretas como las pinadas de la Cañad Real, la carretera de La Alcoraya y el Camí de la Sendera, pero que se teme pueda extenderse si no se adoptan medidas.
El Ayuntamiento ha adquirido las trampas y las reparte gratuitamente entre los vecinos, que pueden recoger en el área de Medio Ambiente acreditando que es vecino de la localidad.

La edil Nuria Pascual explica que «la cápsula que se entrega a los vecinos se tiene que colocar dentro de una caja que se sitúa en una rama elevada del pino». El objetivo de este sistema es atraer con el olor al macho adulto que queda atrapado en la caja. «Así se evita la fecundación de la hembra, por lo que no hay puesta de los huevos ni aparición de las larvas», describe la concejal.

Pascual apunta que además de dar las trampas «se entrega un folleto explicativo con las instrucciones precisas sobre la colocación de la pequeña cápsula que contiene las feromonas en el interior de la caja así como la distancia y lugar en que se ha de ubicar en el árbol».

El Ayuntamiento realiza a la vez el control biológico en las pinadas municipales, en la Cañada Real, en la carretera de La Alcoraya y en las inmediaciones del Camí de la Sendera. El área se prepara contra la plaga ya que el vuelo del insecto se produce entre junio y septiembre.

Aspe ya probó el pasado año con trampas de feromonas

La aplicación de trampas de feromonas para la protección de los pinos no es un método nuevo en la Comunidad alicantina, ya que el Ayuntamiento de Aspe ya hizo uso de ellas el pasado año para capturar el insecto tomicus que afectaba a los pinos.

El objetivo en aquella ocasión era llevar un control sobre la presencia del tomicus, con recuentos de capturas periódicas que determinaran el grado de presencia o afectación para, de este modo, poder realizar un plan de prevención que paliara la plaga que asolaba al monte mediterráneo. Los resultados en aquella ocasión fueron muy positivos.